Llamamos empatía a la capacidad para comprender, interpretar o incluso sentir afectos o emociones ajenas, experimentadas previamente o no en nosotros mismos, a través de la identificación propia en el otro, en el reconocimiento del otro como algo similar a nosotros. Esta habilidad, que es básica y juega un papel fundamental en nuestras relaciones interpersonales, muchas veces no es considerada como tal y a menudo es dejada de lado frente a otras capacidades a las que se confiere más relevancia a la hora de obtener reconocimiento y éxito social. Esto tiene su lógica y se explica atendiendo al modelo individualizado en el que vivimos.
La empatía, considerada hoy por hoy una de las denominadas soft skills, supone mucho más que ponerse en el lugar del otro. Tiene poco que ver con estar de acuerdo con las opiniones, juicios o argumentos de nuestro interlocutor. Se trata de una competencia de nuestra inteligencia emocional y, aunque su componente innato tiene un peso muy importante, cualquier persona puede tomar consciencia de ella y trabajar para potenciarla.
Si estamos buscando empleo, es fundamental que visualicemos que poner en práctica esta competencia nos va a abrir puertas en el terreno laboral. Si hemos acudido últimamente a sesiones de coaching para la búsqueda de empleo, empoderamiento o crecimiento personal, además de en las competencias digitales, seguro que nos han insistido hasta la saciedad en la importancia que tiene la empatía en nuestro desarrollo profesional, pero, ¿nos han explicado por qué tiene tantísima relevancia?
La empatía es la habilidad que nos ha permitido llegar a donde estamos, que nos ha facilitado adaptarnos a la adversidad, progresar y evolucionar como especie. No individualmente, sino todos juntos. Se trata, por tanto, de un conjunto de conductas adaptativas.
Numerosas investigaciones, tanto en primates como en humanos, ponen de manifiesto la existencia de neuronas espejo en nuestro córtex premotor. Resulta que estas neuronas se comportan exactamente igual cuando hacemos algo que cuando vemos a alguien hacerlo. Esto explica cosas como el aprendizaje por imitación y también la empatía, de manera que vivir la acción de otra persona como propia nos ayuda a comprenderla. La activación de estas neuronas produce activación a su vez de otra zona del cerebro llamada sistema límbico, lo que permite que podamos reconocer gestos faciales y emociones tan solo mirando a la cara a alguien, sin necesidad siquiera de haberlo visto antes, accediendo a nuestros aprendizajes y recuerdos previos, aglutinando toda la información de manera que la interpretemos y le demos un significado.
Entendemos entonces que las emociones son innatamente contagiosas, y que podemos aprender a utilizarlas en nuestro provecho, generando una identificación bidireccional, de nosotros con el otro y del otro hacia nosotros. Llevado a una entrevista de selección de personal, ser consciente de esto puede ayudarnos a generar un clima de conexión con nuestro entrevistador. Volviendo a las neuronas espejo, estas pueden dispararse tanto haciendo, pensando u oyendo una acción, pero nunca se activarán igual que ante información visual. Por esto, podemos crear una sintonía con el cerebro de nuestro entrevistador trasmitiendo una conducta motora en sintonía con la suya, a través de la sutil imitación de algunos de sus gestos. Debemos conceder al lenguaje no verbal la importancia que tiene, no descuidando aspectos esenciales como la sonrisa social y la postura, sin caer en la imitación total, pero sí en la línea de lo que percibimos en la persona que nos entrevista.
Saber interpretar el lenguaje no verbal resulta fundamental durante la entrevista, ya que nos ayudará a adaptar nuestras respuestas a la actitud del entrevistador. Aunque en gran parte se trata de una capacidad innata, existen un gran número de libros que permiten trabajar sobre ella, como los trabajos de Paul Ekman o la obra de Mike Caro «Book of Tells», que, aunque enfocado al poker, resulta igualmente interesante fuera del juego.
Una de las formas más efectivas de mostrar empatía en la entrevista de trabajo es a través de la escucha activa. Resulta básico que nuestro entrevistador se sienta escuchado, ya que, cuanto más lo sienta, más opciones tenemos de generar una buena impresión. Para ello es principal no interrumpir el discurso del otro, prestar atención a las manifestaciones no verbales de la otra persona y proporcionar feedback a través de nuestro lenguaje no verbal propio (sostener la mirada, asentir durante el discurso en señal de comprensión y procurar un lenguaje facial coherente con el mensaje recibido).
Utilizando nuestra inteligencia emocional para comunicarnos en la entrevista de trabajo, estamos focalizando nuestra atención en las consecuencias que tienen nuestros comportamientos sobre sus emociones, pensamientos y comportamientos, pudiendo así ajustarnos con más facilidad a la situación y garantizando el éxito.
Y una vez que hemos conseguido superar el filtro que supone una entrevista de trabajo y hemos logrado el empleo, no debemos caer en el error de pensar que ya está todo hecho. En cuanto al mantenimiento del empleo, debemos tener en cuenta que las personas empáticas son aquellas que tienen mejores habilidades para trabajar en equipo, muestran más capacidad comunicativa y de negociación, tienen una mayor influencia dentro del grupo y presentan un mejor liderazgo; muestran mayor apertura hacia otros puntos de vista, y generan un mejor clima laboral, remando siempre hacia los intereses del grupo frente a los individuales.
Por todo esto, entendiendo la importancia de nuestra empatía y trabajando por desarrollarla es muy probable que no sólo obtengamos un empleo, sino que logremos también un mejor crecimiento profesional.