Llega a las librerías el delicioso poemario Tensar la cuerda, escrito a cuatro manos por Sara Torres Díaz, Fernando Lorente, Iago Chouza y Cristian Piné. Este libro, editado por Cuadernos del Laberinto sigue la técnica de aquellos cadáveres exquisitos que el movimiento surrealista puso de moda a principios del siglo XIX. La dinámica de este atractivo ejercicio literario consiste en crear una obra en grupo. Así estos cuatro autores han creado un ser vivo mediante la técnica de comenzar un poema con el último verso del poeta anterior. La obra ha seguido su propio camino hasta que ha llegado a ser él mismo de la manera más auténtica. Esta disciplina resulta un gran desafío, ya que como base primordial, persigue la coherencia. Como dice Iago Chouza: “No se trataba de imitar la voz precedente. En Tensar la cuerda los cuatro tendemos, con nuestras peculiaridades individuales, a converger hacia una única voz común que nunca más hemos utilizado y que es la propia de este libro y la que le da valor”. Por su parte Fernando Lorente explica que “Es un trabajo maravilloso, porque aparca bastante el yo para sintonizar con él nosotros. Desde el principio buscábamos escribir un texto con la máxima calidad literaria, dejando aparte los ripios, las rimas fáciles, los caminos trillados. Pero por lo demás la libertad en cuanto a temática y forma era absoluta, por eso en el texto se encuentran poemas de variado tono y aspecto, desde caligramas, poemas de doble entrada, de lectura inversa, con forma de soneto, etc.”.
POEMA PARA HABLAR CON LOS TAXISTAS IV
La noche es un desguace de autobuses,
un verbo que se vuelve combustible
por dentro de un motor que se demora
en terminar el tango de sus válvulas.
La noche se acomoda en el estómago
(no puedo respirar y es otra cosa
la que cierra los casos y sentencia
con cierta ligereza mi agonía).
La noche tan de noche que no importa
qué hacer con la chaqueta, ya da igual
si vienes o te vas, y separamos
el cuerpo en dos caballos enemigos.
Tensar la cuerda es un poemario que tiene su origen en el año 2010, cuando algunos alumnos del taller de creación poética de La Piscifactoría formaron el Colectivo Funambulismos y empezaron a escribir una serie de versos encadenados, como esta obra que fue creciendo hasta convertirse en el origen. Fue un proceso muy gozoso. El núcleo principal del libro lo constituye la sección Andar la cuerda, que es de una serie de poemas encadenados —o cadáver exquisito— en donde cada autor escribía un poema a partir del último verso del poema del compañero anterior. Para la persona que entregaba el texto resultaba un placer descubrir los caminos por el que el otro llevaba su verso, apreciar qué puertas abría con él. Y para la persona que debía escribir, resultaba todo un desafío comenzar el texto sosteniendo la voz del poema anterior y lograr que el resultado final fuera coherente con ella y, a la vez, diferenciado, es decir: no se trataba de imitar la voz precedente. En ese sentido Tensar la cuerda refleja las peculiaridades individuales que convergen hacia una única voz común.
Cuatro poetas experimentados y valorados por la crítica y los lectores, pero ¿cómo definen la poesía, qué representa para ellos?
Sara Torres Díaz explica que la poesía es aquello que no existía y al nombrarse, ya es eterno. Ella escribe para decir en su lenguaje aquello que quiere tener nombre y ocupar un lugar ya infinito, pero sobre todo escribe para entender a eso que se expresa a través de mí.
Por su parte, Iago Chouza, recurre a Carlos Edmundo de Ory cuando afirmó: “Di lo que no sabes decir”. Como artista, eso es lo que busca Chouza a la hora de escribir un poema. En su caso, principalmente a través del juego con el ritmo y el sonido de las palabras. O simplemente: a través del juego. La poesía —continúa— es algo así como un parque de atracciones del lenguaje.
POEMA PARA DAR LOS BUENOS DÍAS IV
Hay gente con pijama por las calles
muriéndose de frío y arrastrando
maletas que se vuelven monociclos
al dar con una piedra o con su borde.
En las baldosas aparecen alfiles
y anteceden la barbarie
de copa rota y manta
como capa y de ropa
de cama que no cuenta sus dobleces.
La gente viene bostezando
con su boca menguante o casi llena
del humo que humaniza nuestro aliento.
Hay gente que te encuentras
en los lugares menos evidentes
y dan los buenos días con la espalda.
Cristian Piné se muestra tajante al afirmar que para él la poesía es la atención en el lenguaje no común para anunciar y provocar lo común.
Y Fernando Lorente detalla que mientras escribe poesía no está en este mundo exactamente y recuerda como su amiga María Torvisco decía: “No me molestes que estoy en la poesía”. Es decir, la poesía es esa enorme posibilidad de describir un mundo o una lágrima, de atravesar de parte a parte un sentimiento con la palabra exacta, de lograr sacar lo más sutil del interior de uno mismo para generar una sensación de bienestar difícil de igualar.
Además, Tensar la cuerda cuenta con la colaboración de un gran ilustrador, Lance Tooks, dibujante estadounidense que ha trabajado en Marvel Comics. Su obra artística en este poemario logra aumentar los significados posibles de la obra y dota a las páginas de una belleza moderna y cautivadora.
Y ahora llámame perro pero dame paz,
y dame fuego, dame la oscuridad de tu cuerpo,
el cigarro ardiendo, dame tormento a la luz de neones,
dame una camada de leones, tu alboroto
y Larios de bar de carretera, que tenga feliz viaje.
Dame pan y dime tonto, el cante de un poema:
«dame la trinidad oscura de tu alma,
el cajón extraño de tu cuerpo, y alta parábola de ti».
Dame duelo y dame fatiga, sopa con ondas recalentada,
dame sedimento de fino la Ina, pero eso sí, nunca me des
del puchero, gallina.