- En los últimos meses se han puesto en marcha programas para atender nuevas o afloradas realidades sociales desde la cooperación con otras instituciones y agentes del Tercer Sector Social
- La consejera vasca de Igualdad ha participado en una mesa redonda organizada por EAPN junto a representantes de los gobiernos de Asturias, Castilla-La Mancha y Galicia
La consejera de Igualdad del Gobierno Vasco, Beatriz Artolazabal, ha puesto en valor hoy el compromiso del Gobierno Vasco por reforzar el sistema de protección social, clave para frenar la desigualdad, para cohesionar más y mejor nuestra sociedad. “Tenemos la convicción de que el Sistema Vasco de Garantía de Ingresos, reforzado con las medidas adoptadas contra la pandemia, ha sido un muro de contención contra la pobreza y el incremento de las desigualdades”, ha señalado.
“En su dimensión sanitaria, el virus afecta a toda la ciudadanía; pero en su dimensión social, el efecto es tan desigual como la propia sociedad”, ha destacado la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales en el marco de una jornada organizada por EAPN a nivel estatal la European Anti Poverty Network. Beatriz Artolazabal ha participado en una mesa redonda junto a Melania Álvarez, consejera de Derechos Sociales y Bienestar del Gobierno del Principado de Asturias; Bárbara García, consejera de Bienestar Social del Gobierno de Castilla-La Mancha; y Antón Acevedo, director general de Atención Integral Sociosanitaria, de la Xunta de Galicia. La jornada online Experiencias de mayores durante la pandemia: la necesidad de un cambio en el modelo sociosanitario ha contado con una mesa redonda para abordar el impacto de la pandemia, en la que ha participado Artolazabal
La consejera ha puesto en valor el trabajo realizado en los últimos meses para atender nuevas o afloradas realidades sociales desde la cooperación con otras instituciones y agentes sociales. “Hemos sido capaces de potenciar servicios útiles que ya existían y poner en marcha iniciativas desde cero”, ha explicado. Es el caso de los programas derivados del Fondo Inor Atzean Utzi Gabe, surgidos de la mano de la comisión contra la exclusión de la Mesa de Diálogo Civil de Euskadi. Se trata de “necesidades detectadas y herramientas lanzadas desde el Tercer Sector Social de Euskadi agrupado en Sareen Sarea”. En este sentido, Artolazabal ha destacado que más de 10.000 personas y familias se han visto ya beneficiadas por estas acciones, muchas de ellas mayores.
De hecho, la consejera se ha detenido en la red de solidaridad organizada Guztion Artean, puesta en marcha durante el confinamiento y que realizó más de 2.200 intervenciones y activó a más de 1.500 personas que se ofrecieron a colaborar de forma voluntaria. Su objetivo era ayudar a cubrir las necesidades básicas de las personas mayores de 70 años y/o dependientes sin red familiar o de apoyo.
Muchos de los programas del fondo permanecen activos y la consejera de Igualdad del Gobierno Vasco ha considerado que queda trabajo por hacer. “Afrontamos una nueva crisis. Una crisis de origen sanitaria, que ya ha derivado en una nueva crisis económica y social”. “Debemos estar particularmente atentos a la situación que afrontan las personas con mayores dificultades, aquellas que apenas estaban empezando a salir de la anterior crisis cuando tienen que afrontar esta nueva. Para no dejar a nadie atrás”.
La crisis económica va a tener además un impacto a corto-medio plazo en la actividad económica y en la recaudación, y a largo plazo, en la deuda pública, según la consejera. “Todo ello puede incrementar las desigualdades, dificultar el desarrollo de los sistemas de protección social en general y de los sistemas responsables de los cuidados sociales, sanitarios y educativos en particular y comprometer las oportunidades, actuales y futuras de las y los jóvenes para desplegar sus proyectos de vida”.
“Las crisis que vivimos permanecerán unos meses o años, y tendrán su más dramático exponente en la vertiente social, mostrando las dificultades vitales de personas y familias en situación vulnerable”, ha indicado, al tiempo que ha subrayado que “estoy convencida de que tenemos los mimbres adecuados para afrontar la recuperación”. La consejera ha recalcado que “esta forma de trabajo colaborativo con otras instituciones y entidades ha funcionado a la perfección y esta confianza y cooperación deber seguir siendo fructífera en el futuro”.
Personas mayores
Beatriz Artolazabal ha indicado que las consecuencias de la pandemia han impactado en toda la ciudadanía, también en las condiciones de vida de las personas mayores, quienes, “en el mejor de los casos”, han visto reducidos sus espacios de interacción y vida autónoma, acotando su vida diaria, en buena medida, al espacio del hogar o el centro en el que residen.
Según la consejera, debe tenerse en cuenta que el impacto de la pandemia en las condiciones de vida puede comprometer el estado de salud y las capacidades actuales y futuras de las personas, en especial, de quienes tienen enfermedades crónicas o se encuentran en situación o riesgo de dependencia. “Pensemos, por ejemplo, en el impacto en el envejecimiento y en el modo en que la pandemia ha limitado la actividad física y, en general, el envejecimiento activo”.
“También ha tenido efecto en los procesos de socialización: en las relaciones sociales, familiares y comunitarias. El aislamiento y la soledad de las personas mayores, particularmente en los centros residenciales, pero también en sus domicilios, constituyen las expresiones más extremas de la disminución de los contactos en intensidad”, ha esgrimido. Por ello, la pregunta que cabe hacerse es: “¿cuánto de todo esto ha venido para quedarse y cuáles serán las consecuencias de su estabilización en las relaciones sociales, los procesos de socialización y la autonomía?”.
Artolazabal ha destacado que “por poner solo algún ejemplo, a corto plazo es previsible un aumento de determinadas enfermedades crónicas, o de los problemas de salud mental, así como de las situaciones de dependencia o riesgo. A su juocop, estos cambios quizás no sean sostenidos en el tiempo. Sí cabe que se sostengan en el tiempo otros cambios como la reducción de las relaciones sociales, consolidándose las pérdidas registradas en las relaciones con familiares, amistades, vecinos y vecinas, etcétera; la limitación del contacto físico, particularmente en la población más vulnerable; o la tendencia a pasar más tiempo de ocio, formación o trabajo en el hogar”.