VALÈNCIA, 27 (EUROPA PRESS)
Diversas expertas han participado este sábado en la 27ª Jornada Profesional del COPCV, que han visionado más de 700 personas del ámbito nacional e internacional, y han coincidido en criticar que la Ley de Eutanasia, «una necesidad social», «no menciona la necesidad del trabajo de los psicólogos, de otros profesionales de salud mental, ni de los Comités de bioética».
Concretamente, así se ha manifestado la presidenta del Comité de Bioética de la Comunitat Valenciana y profesora titular de Medicina Legal , Marina Gisbert, en su ponencia ‘Aspectos bioéticos de la Ley de Eutanasia’, y cuyo planteamiento ha sido respaldado por el resto de ponentes.
«Siempre habrá controversia, pero hay que recordar que la Ley que regula la eutanasia es «una exigencia y una necesidad social», ha destacado la presidenta, al tiempo que ha apuntado que «debe ser entendida como un derecho de las personas que está soportado en la Constitución Española y en varias normas jurídicas».
En este sentido, ha remarcado que «cuando una persona elige o decide esta forma de morir ante una situación complicada, no es que quiera morirse, es que no quiere vivir así». «Está escogiendo una forma de morir coherente con su forma de vivir», ha apostillado.
En su intervención ha repasado los antecedentes y el contexto social actual y ha profundizado en cuatro aspectos bioéticos en relación al proyecto de Ley. El primero de ellos, evidencia que esta norma «es un derecho y nadie tiene la obligación de someterse a ella».
EL «CONTRASENTIDO» DEL CONSENTIMIENTO
El segundo, referente al ‘consentimiento informado’ encuentra un «contrasentido» en este término, ya que «no es el facultativo quien propone dicha forma de morir sino que es el paciente el que realiza una petición expresa, seria, motivada, informada y repetida de que se le ayude a morir». «Por lo tanto, si es una petición, no cabe el consentimiento», ha afirmado la profesora.
La Ley contempla la objeción de conciencia de los profesionales y garantiza así el propio texto «la seguridad jurídica y el respeto a la libertad de conciencia del personal sanitario llamado a colaborar en el acto de ayuda médica para morir».
DUDAS SIN RESOLVER
En esta línea, la presidenta del Comité de Bioética de la Comunitat ha planteado algunas dudas que no quedan resueltas en la Ley y ha preguntado «qué sucedería si todos los sanitarios de la Sanidad Pública objetaran». «La Ley no se podría aplicar y entraría en conflicto el derecho del médico con el del paciente», ha aclarado.
Otra duda formulada se relaciona con la contemplación en la Ley de la creación de un Registro de Objetores de conciencia. Sin embargo, «no se tiene en cuenta que la Ley plantea dos modalidades de prestar ayuda para morir: la administración directa al paciente de una sustancia por parte del profesional sanitario; y la prescripción o suministro al paciente para que se la autoadministre», ha especificado la doctora. Por tanto, «un profesional puede ser objetor para una modalidad pero no para la otra», ha añadido.
AUTONOMÍA PARA UN DERECHO «LIBRE»
El último de los aspectos bioéticos que la profesora ha puesto sobre la mesa hace referencia a la autonomía personal. Así, ha señalado que «es fundamental que quienes soliciten esta ayuda sean personas con capacidad de compresión, que ejerzan su derecho de forma libre, autónoma, formada e informada, y que las situaciones de incapacidad no deben de impedir que se ejerza la Ley».
«Según estudios entre un 40-50% de los pacientes en situaciones complejas, sufre cuadros depresivos que afectan a su capacidad de decisión», ha asegurado. «En cambio, el texto legal no menciona la necesidad del trabajo de los psicólogos, de otros profesionales de salud mental, ni de los Comités de bioética», ha criticado.
El COPCV y la vicepresidenta de la Sociedad Valenciana de Medicina Paliativa, especialista en psico-oncología y Cuidados Paliativos, Pilar Barreto, también se han sumado a esta postura.
Por su parte, Barreto ha realizado la conferencia ‘Acompañando a las personas al final de la vida en situaciones complejas’ y ha resaltado que «tras las solicitudes para aplicar la eutanasia está el deseo generalizado de no sufrir». «No sólo padecemos porque tenemos dolor físico sino soledad, impotencia, etc.», ha apuntado.
«Como psicólogas podemos evaluar la competencia cognitiva y emocional del paciente para saber si está tomando la decisión bajo un estado ansioso o depresivo y si esas situaciones complejas las acompañamos profesionalmente y adecuadamente, las peticiones para finalizar la vida disminuyen muchísimo», ha explicado.
«sentirse escuchado»
La experta ha remarcado «la importancia que tiene para el paciente sentirse escuchado por los facultativos». Sólo así conocerán «cuál es el estado emocional de los enfermos y por qué piden lo que están pidiendo; por eso hay que acercarse con respeto y con una sensibilidad exquisita a lo que realmente necesitan y no zanjar las cosas con un sí o un no», ha aseverado.
«Es esencial que haya una preparación técnica y humana para atender bien a las personas», ha indicado y ha manifestado que «la manera de escuchar del profesional incide directamente en las sensaciones y emociones del paciente». «No es lo mismo que médico pregunte directamente datos y más datos, a que entre y haga un gesto de acogida, significando estamos aquí para ayudarte a lo que haga falta», ha comparado.
Así, ha subrayado que aunque «se tarda el mismo tiempo en pasar consulta, el efecto es completamente diferente». «A los alumnos les he dicho siempre que un paciente puede entender que no hagan bien algo porque no sepan, pero que le des la espalda a su sufrimiento, eso no te lo perdona nadie. Lo primero que hay que aprender es a estar y cuando aprendes esto, aprender a qué decir y a qué preguntar», ha defendido.